Simios o humanos

Vuelvo a publicar este artículo que escribí con motivo de los disturbios en Cataluña durante octubre de 2019 y que recupero por su relación con las últimas reflexiones que vengo proponiendo. Algunas de las teorías en las que vengo trabajando justifican las reflexiones de este artículo, a pesar del tono crítico y satírico que utilicé, fruto del enfado y el estupor que me producían los acontecimientos. Además, dicho análisis puede aplicarse sin dificultad a otras situaciones sociopolíticas muy de actualidad, como la persecución realizada por turistas a personas migrantes en las playas granadinas o los casos de corrupción por parte de altos cargos políticos, …

Homo sapiens o Mono sapiens

La situación que estamos viviendo en España a propósito de Catalunya, pone en evidencia que la nomenclatura de Homo sapiens fue aplicada equivocadamente por el naturalista Carlos Linneo. Ya hace un tiempo que se prescinde del doble “sapiens” (Homo sapiens sapiens), pero quizá incluso haya que prescindir también del primero y no sólo por la situación que me ha suscitado este artículo, sino por otras muchas de gran actualidad. Pero a cambio de prescindir de ese apellido que identifica nuestra capacidad de inventar, aprender y crear estructuras lingüísticas o conceptuales que nos permiten colaborar y por ende evolucionar, lo que propongo es que descendamos un escalafón en la estructura de las especies. Mi tesis es que a penas llegamos a Mono sapiens.

Una de las claves, no sólo, pero importante, que ha permitido a nuestra especie evolucionar y posicionarse como dominante en nuestro planeta, ha sido la capacidad de crear estructuras conceptuales que nos han permitido, a lo largo de la historia, cooperar entre nosotros superando los grupos tribales. Conceptos que no son más que constructos ideológicos y no van más allá de entelequias, pero con la importancia y el peso suficiencia para que la especie haya podido evolucionar hasta los niveles tecnológicos, políticos, sociales y económicos que conocemos hoy en día. Y que han supuesto un gran beneficio para gran mayoría de la población. Conceptos como el dinero, las naciones, las religiones, geográficos como los países, legales como las corporaciones empresariales o las constituciones, etc. son constructos ideológicos que nos han permitido cooperara más allá de nuestra tribu y que cuanta más grande era el número de personas implicadas, mayores eran los logros para la evolución de la especie.

Pero ha habido épocas donde esta evolución se ha visto en peligro por la recurrencia cíclica de las tribus que la han puesto en tela de juicio, provocando todo lo contrario, la involución. Esta tendencia demuestra que todavía estamos en fases poco avanzadas de la evolución y el mono que llevamos dentro despierta vehementemente amenazando con tirar por la borda siglos de proyectos internacionalistas, integradores, de globalización y justicia universal.

Como decía al comienzo uno de los ejemplos que estamos viviendo es lo que está ocurriendo en España a propósito de Catalunya. El problema de fondo es que uno y otro bando nos hemos creído el conscruto ideológico que un día nos dimos para organizarnos y para que nuestras sociedades funcionaran desde la cooperación. Nos hemos identificado con él de tal manera que nuestra propia identidad se define por esos mismos constructos desde una perspectiva fundamentalista. Sin darnos cuenta que nada tienen de reales, sino que son meros instrumentos para la cooperación que, en principio debieran ayudar a mejorar nuestras vidas. Pero como Homo stultus o Mono sapiens el egoísmo, el interés gregario, la corrupción, el beneficio a corto plazo, la fe ciega en el líder, etc., etc., etc., lo echa todo a perder.

El paso lo daremos cuando el mono deje de dominarnos y nuestros constructos se basen realmente en valores de cooperación, de solidaridad, de integración y los conceptos que rijan esa cooperación busque la universalidad y la mayor integración posible de miembros de la especie, según la tesis antes mencionada y que es la que nos ha permitido evolucionar a lo largo de la historia.

Permítanme que utilice esta violencia verbal porque como Mono sapiens que soy, estoy harto de la violencia vivida todos estos días y no sólo de la violencia física, sino también de la violencia pacífica de uno y otro bando que tratan de convencerme de sus razones y de su causa justa. Puesto que se ha utilizado el tan manido concepto de democracia por ambos bandos, permítanme a mí también el derecho a la libertad de expresión en los términos utilizados. También me violentan y hartan las manifestaciones pacíficas en las calles de Barcelona manipulando argumentos de conceptos que como digo nos hemos dotado las sociedades para cooperar integrar y sumar, y ellos las utilizan para todo lo contrario. Me violentan y hartan los argumentos de periodistas, políticos y ciudadanos españoles que con los mismos razonamientos faltan a la verdad y menosprecian a un pueblo con su cultura propia y también dividen y no integran. Me violenta y harta la izquierda desorientada que justifica con argumentos progresistas una de las opciones gregarias con la esperanza de que si se debilita el Estado su revolución acabe triunfando, sin darse cuenta que así ella misma cae en su propio tribalismo, siendo apoyada únicamente por los suyos, sin encontrar una opción que realmente pueda aceptarse y entenderse como alternativa para la mayoría de la ciudadanía. Si realmente fuese progresista (desde un punto de vista que aquí planteamos) y buscase decididamente el camino de la evolución hacia el Homo sapiens definitivo, sería internacionalista que es lo que la izquierda ha sido toda la vida, y hablaría desde un lenguaje de integración, universalista y pondría en evidencia la mentira de los nacionalismos y tantos conceptos ideológicos que son entelequias que simplemente deben ser instrumentos que nos ayuden a cooperar.

Y puesto que nuestras sociedades se apoyan en constructos ideológicos que son entelequias y, por lo tanto, se pueden cambiar, nuestro ordenamiento jurídico, nuestras estructuras políticas y sociales, sí señores independentistas tienen ustedes razón, estoy con ustedes, ¡cambiémoslos! Pero para seguir evolucionando hacia el Homo sapiens, buscando constructos universalistas, integradores, internacionalistas; y no involucionistas, hacia más Mono sapiens, fortaleciendo sentimientos tribales, segregacionistas o excluyentes, por más que les llamemos democracia. Pero cambiémoslo porque tampoco quiero quedarme en el tribalismo del nacionalismo español rancio, busquemos un nuevo pacto social, integrado en el mundo actual, que nos ayude a superar la pobreza la exclusión social, a conseguir un trabajo decente para todos y que el acceso a la vivienda sea un derecho real, por ejemplo, para empezar a hablar. No les parece.