Recuperación económica, empleo y salarios (I)

Los datos del paro registrado en el mes de agosto por el Servicio Público Estatal de Empleo, tanto en Aragón como en el resto de España, ponen de manifiesto la recuperación económica que se está viviendo durante este año, habiendo ya cierto control sobre la pandemia, gracias a las vacunaciones y un mayor conocimiento de la enfermedad.

Los titulares de prensa ponían de manifiesto la caída del desempleo durante un mes que tradicionalmente claudicaba frente a la disminución del paro en julio, debido a la estacionalidad. La recuperación económica ha permitido que este mes de agosto continuase cayendo el paro, algo que no ocurría desde hace 18 años.

El paro en Aragón se situaba en 66.736 personas, con una variación de -13,24% respecto al año anterior, siendo la variación respecto al mes anterior de -5,02% y corregidos los efectos estacionales y de calendario, alcanzaría un -5,71%, siendo el segundo descenso del paro más pronunciado desde el mes de agosto del año pasado.

Según la EPA (II trimestre 2021) Aragón alcanzó una tasa de desempleo del 10,7%.

Sin embargo, estos excelentes datos hay que tomarlos con cierta precaución, ya que, por otro lado, era esperable, siendo necesario observar si la recuperación económica se asienta adecuadamente o profundiza los problemas del mercado laboral español y aragonés.

En primer lugar, seguimos observando una mayor incidencia del paro femenino, 40.220 mujeres frente a los 26.516 hombres en desempleo.

En segundo lugar, podemos constatar que las personas mayores de 45 años suponen un 52,54% de todos los parados, alcanzando una cifra de 35.064 personas. Y de éstas sólo las personas mayores de 55 ya suponen el 28,57% del total.

Aunque la representación de las personas paradas mayores de 55 años es mayor que en otras edades respecto al total de personas desempleadas, cabe destacar que, en cuanto a tasa de desempleo, sólo representan un 8,8%, frente al 21,5% que representa la tasa de desempleo de las personas menores de 25 años (datos EPA II trimestre 2021).

Otro dato importante es observar la evolución de las personas paradas de larga duración, ya que pueden ser un indicio del desajuste entre las necesidades del mercado laboral y las personas activas en desempleo. En Aragón, los parados de larga duración de más de un año en desempleo alcanzaron la cifra de 33.330 en agosto, lo que supone casi un 50% del total de personas desempleadas y de éstas las personas desempleadas de más de tres años representan un 17,59% del total (IAEST, agosto 2021).

Además, las personas paradas de larga duración se encuentran mayoritariamente entre las personas de mayor edad, más de 45, suponiendo 32,43% del total de personas desempleadas.

Por otro lado, esta importante cifra de parados de larga duración conlleva un número elevado de personas en desempleo sin prestación económica. En Aragón ascienden a 38.662 personas, lo que representa el 57,93% del total de personas desempleadas.

El sector que mayor número de personas desempleadas aglutina es el de servicios, suponiendo un 68,3% del total de personas desempleadas. Ello evidencia otra debilidad de la economía aragonesa y también española, con una importante dependencia de este sector, lo que supone elevadas tasas de temporalidad y parcialidad.

A nivel internacional, la recuperación económica está siendo condicionada por la crisis de los fletes y por la crisis de los chips. No entraremos en analizar detalladamente estas dos cuestiones, pero lo que si se pone en evidencia es que ambas están afectando a la recuperación económica. La crisis del transporte marítimo es una de las mayores que se ha vivido a lo largo de la historia y está afectando a la producción y al incremento de precios que finalmente afectará al bolsillo de todos. De la misma manera la escasez global de circuitos integrados, ante la disparada demanda del año pasado, está poniendo también en jaque a la producción de numerosos sectores e incide en el incremento de precios. Ambas situaciones están provocando desabastecimiento de materias primas y productos.

La crisis sanitaria de la COVID ha puesto en evidencia la fragilidad de un escenario globalizado, provocando la necesidad de relocalizar a nivel europeo numerosos sectores de producción y no sólo de productos sanitarios, como se puso en evidencia al inicio de la crisis. Se hace urgente la reindustrialización de Europa y, en particular, del tejido económico aragonés.

A estas dificultades, cabe añadir otra que frena la recuperación económica, la crisis energética que atenaza a Europa y en particular a España, siendo necesario continuar impulsando un modelo energético no dependiente del exterior, además de otras medidas que puedan reequilibrar los precios de la electricidad.

Estas amenazas no van a ayudar en nada a la hora de generar empleo y todavía menos un empleo estable con condiciones salariales aceptables.

Junto a la temporalidad y la parcialidad, con una importante incidencia en nuestro mercado laboral, otra de las debilidades internas con la que nos encontramos es el paro estructural. Antes de la pandemia y en plena recuperación, el gobierno de España admitía una tasa de paro estructural del 15 %. Y a lo largo de varias décadas se estima que la tasa de paro estructural no se ha movido de una horquilla que va entre el 12% y 18%. Hay que tener en cuenta que el paro estructural, por otro lado, es el que no acelera los salarios por la escasez de mano de obra y es importante porque refleja cual es el nivel de desempleo a largo plazo.

Las previsiones del Banco de España pronostican, en un escenario medio, para este año una tasa de paro del 17%, del 15,1% para 2022 y del 14,1% para 2023. Es muy posible que las tasas actuales de desempleo coincidan con las tasas de paro estructural, tanto a nivel estatal como autonómico. Si esta hipótesis es cierta, es posible que no se produzcan tensiones en los salarios y éstos tiendan a no subir, ya que en estos momentos no es la tasa de desempleo la que está influyendo en el aumento de la inflación, a pesar de la recuperación, sino otros factores más relacionados con las amenazas descritas anteriormente.

Por otro lado, llevamos tiempo en que el número de vacantes u ofertas de empleo no mantiene correlación con el paro. Es decir, tradicionalmente, a mayor tasa de paro, menor número de vacantes y viceversa. Durante la recuperación que estamos viviendo en este 2021 e incluso en la recuperación de la anterior crisis, no se daba esta correlación, ya que, a pesar de tener tasas de desempleo muy altas, el número de vacantes u ofertas también se mantienen altas. Es decir que las empresas están teniendo dificultades para cubrir sus vacantes, a pesar de las altas cifras de desempleo.

La dificultad para cubrir determinados puestos de trabajo, se han agravado con la crisis sanitaria. A los sectores del transporte, salud, tecnologías, etc., se ha venido a sumar recientemente el de la hostelería, ya que durante este verano se han manifestado dificultades para encontrar personas que se incorporasen a esta actividad.

Existe un desajuste entre la oferta y la demanda de trabajo que profundiza un mercado laboral muy ineficiente y que afecta a la productividad ya de por sí tocada. Uno de los factores que incide en esta realidad es el bajo nivel formativo que acumulan las personas desempleadas de larga duración, pero también la rápida adaptación digital que han tenido que hacer las empresas y, por tanto, el desfase producido con las personas paradas con escasa formación digital. Aquí, debemos tener en cuenta el volumen de personas trabajadoras en el sector de la construcción que se quedaron sin empleo cuando éste se hundió. A ello, cabría añadir la automatización y la robotización que están expulsando del mercado laboral a trabajadores de cualificación media. Una buena parte de los empleos mecánicos han desaparecido durante las últimas décadas. Uno de los sectores afectados, en este sentido, es la agricultura, provocándose a lo largo de los años el desplazamiento de muchas personas trabajadoras del campo a la ciudad, lo que ha conducido al despoblamiento en la España vaciada y la acumulación de personas desempleadas con baja cualificación en las ciudades, entre otras causas por supuesto.

En este momento de recuperación económica podríamos volver a experimentar la ruptura relacional entre precios y salarios, que ya vivimos durante la etapa de crecimiento tras la Gran Recesión de 2008. La relación entre precios y salarios, por la cual una suponía la subida de la otra, parece haberse roto y muchos especialistas se preguntan porque en un momento de recuperación los salarios no crecen.

Los datos más recientes con los que se cuentan son los de 2019, ya que son los más fiables al proceder directamente de los ficheros de la Seguridad Social y de la Agencia Tributaria. En febrero de 2021, el informe de CC.OO. sobre “Pobreza y desigualdad salarial en Aragón 2019” ponía de manifiesto que los salarios en los últimos nueve años no habían experimentado un incremento notable e incluso algún año decrecieron, a pesar de la etapa de expansión que estábamos viviendo. La situación actual postpandemia estaría sosteniendo el crecimiento de los salarios, a pesar de la recuperación. Así, esta realidad podría seguir profundizando la precariedad laboral.

Sin embargo, durante 2019, el salario bruto anual alcanzó los 23.450, 25 €, lo que supuso un incremento del 1,9% respecto al año anterior. Si se compara con el IPC, el salario medio bruto anual subió por encima de la inflación, en 2019. Mientras que el IPC aumentó un 0,7%, los salarios aumentaron un 1,9%. En cualquier caso, posiblemente, la ralentización de la recuperación económica provoque también una moderación salarial (Fuente: INE,www.epdata.es).

Por otro lado, parece que los efectos perversos que se preveían con la subida del Salario Mínimo Interprofesional no se hicieron realidad, ya que, según el informe citado de CC.OO., dicha subida supuso que se beneficiaran 24.800 personas trabajadoras, dando pie a pensar que subir los salarios sí que es compatible con la creación de empleo, ya que surgieron 14.300 nuevos puestos de trabajo y se redujo el paro en 6.900 personas.

Los sectores que reflejan una remuneración económica más baja son los que requieren de una mano de obra intensiva como la hostelería, el cuidado del hogar o la agricultura.

En este momento continúa el debate sobre la conveniencia o no de una nueva subida del SMI y en la que se debate qué es antes, la subida de salarios o asentar la recuperación económica.

En el siguiente post trataremos de apuntar algunos caminos para tener en cuenta a la hora de afrontar una recuperación postcovid más equilibrada y justa.

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