Barreras para el empleo, los condicionantes sociales

Iniciamos con este post una serie dedicada a la inserción laboral, desde una perspectiva práctica y abandonando el marco estructural abordado con anterioridad.

Nos centraremos en algunas cuestiones que consideramos clave a la hora de favorecer la inserción laboral, independientemente de que el mercado laboral ofrezca más o menos oportunidades, centrando el enfoque en las personas, su realidad y su responsabilidad.

Por otro lado, nos centraremos en aquellas personas que manifiestan mayores dificultades de acceso a un empleo, puesto que, en general, los recursos disponibles hoy en día, agencias de colocación, acciones formativas, cursos, tutorías, etc., vienen siendo adecuados y posibilitan una inserción laboral sin grandes dificultades en la mayoría de los casos, salvo por la dinámica del propio mercado laboral ya conocida.

Las dificultades se manifiestan en situaciones de desempleo de larga duración, en algunas personas con escasa o ninguna experiencia laboral o en realidades personales de desajunte entre el perfil competencial de las personas y las necesidades del mercado laboral. Estamos evitando intencionadamente utilizar denominaciones de colectivos como jóvenes, mayores de 55 años, inmigrantes, mujeres, aunque los índices de desempleo que manifiestan dichos colectivos evidencian ya de por sí dificultades de acceso al mercado laboral. Sin embargo, no creemos que dicha dificultad se dé por el hecho ser mujer, joven o inmigrante, sino porque en estos casos se suelen acumular algunos de los condicionantes o barreras que dificultan el acceso o el mantenimiento de un empleo y, por lo tanto, acaban en situaciones de desempleo de larga duración, dificultad de acceso a un primer empleo o desfase con el mercado laboral.

Tampoco abordaremos situaciones de personas que no estén en búsqueda activa de empleo, identificadas normalmente por falta de motivación o voluntad (apertura al cambio y predisposición al aprendizaje) y en las que, normalmente, algunos de los condicionantes que veremos a lo largo de éste y otros post, se han convertido en barreras. En estos casos, nos podemos encontrar personas que verbalmente manifiestan voluntad por trabajar, pero a través de sus actitudes observamos lo contrario.

Enfocar a las personas que están viviendo fuertes obstáculos para el empleo hacia la inserción laboral, supone generarles una mayor frustración y una pérdida importante de recursos para los programas de inserción laboral. Por ello, el enfoque de intervención debería ser desde otra perspectiva diferente al empleo, aunque siempre tendiendo puentes que, en el caso de que las barreras desaparezcan, les permitan transitar hacia procesos de inserción laboral.

Por lo tanto, el enfoque será siempre el de la predisposición y actitud básica para la búsqueda activa de empleo, en el que, aunque existan condicionantes de cualquier tipo, éstos no se hayan convertido en una barrera insalvable para la actividad laboral. Lo importante desde nuestro punto de vista es conocer los posibles condicionantes para poder abordarlos y trabajarlos en los itinerarios personalizados de inserción laboral y de esta manera mejorar el perfil competencial de la persona.

En este momento abordaremos los condicionantes socio-familiares, conocidos e identificados por cualquier profesional en el ámbito social y laboral. Estos condicionantes serían la falta de ingresos, falta de vivienda o malas condiciones de la vivienda, falta de conocimientos del idioma, discapacidad, situación sanitaria, situación de desestructuración en la familia, escaso o nulo nivel formativo, etc.

Son estos condicionantes los que van minando a la persona haciéndolo más vulnerable y dependiente. El objetivo sería precisamente romper ese descenso hacia la vulnerabilidad personal y social, mediante procesos de empoderamiento y de autonomía.

Todos estos condicionantes van a influir en otros factores que son fundamentales como disparadores o como bloqueadores de para la inserción laboral, factores como la motivación y la autoestima, evidenciándose en cuestiones como la imagen, el aseo, la disponibilidad, la puntualidad, actitud hacia el cambio o el aprendizaje, etc.

Desde el punto de vista de la inserción laboral deberíamos considerar la motivación y la autoestima como factores potenciadores que es necesario fortalecer, recuperar y fomentar. Sin ellos será muy difícil promover la inserción laboral de cualquier persona. Por ello, cuando tratemos de mitigar o anular cualquiera de los condicionantes sociales, trataremos de vincular siempre dicha actuación con estos factores potenciadores. Buscar vivienda y encontrarla debería suponer para la persona apuntalar su estado de motivación y autoconfianza, impulsándola a conseguir nuevos cambios o retos. Si le conseguimos una vivienda nosotros mismos sin provocar cambios en su motivación y autoconfianza habremos profundizado en su dependencia y, por lo tanto, su dificultad para acceder a un empleo.

Por ello, desde el punto de vista de las metodologías participativas, la protagonista del proceso siempre será de la persona, evitando no sustituir todo lo que ella misma pueda realizar. Acompañar y orientar como clave de los itinerarios individualizados. Estos procesos serán más lentos, pero a cambio se consolidarán los avances. Estos avances son sobre los que pivotarán nuestras actuaciones en materia de inserción laboral.

En los anteriores análisis ya comentábamos cómo las personas en situación de pobreza o con nivel de ingresos inadecuado, pueden manifestar dificultades para la toma de decisiones a largo plazo. Centrados en el día a día y en resolver problemas cotidianos, están condicionadas en su visión y proyección de futuro, por lo que resultará fundamental que las personas tengan cubiertas sus necesidades básicas. La garantía de rentas se convierte en una condición indispensable para la inserción social y laboral.

A partir de ahí, tendríamos que planificar acciones que ayuden a la persona a recuperar su capacidad para planificar y tomar decisiones a largo plazo. Como ya podemos suponer, esto nuevamente incidirá en su autoestima y motivación.

Desde el punto de vista de la inserción laboral, incidiendo en los condicionante sociales, podremos fomentar competencias transversales clave para la búsqueda activa de empleo. Competencias como la autoconfianza, la toma de decisiones, el autoconocimiento o el autocontrol son competencias que se pueden poner en juego cuando trabajamos los condicionantes sociales y utilizarlas como base para ir cincelando el perfil competencial de la persona.

Si finalmente estos condicionantes sociales se convierten en barrera para el empleo, antes será mejor intervenir desde un punto de vista exclusivamente social, para estabilizar a la persona emocionalmente, previamente a intervenir desde un punto de vista de búsqueda de empleo.

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